
Carta a los catequistas de la diócesis
Querido/a catequista:
La Iglesia te ha encomendado una tarea humilde y sencilla, pero a la vez de gran transcendencia: ayudar a los niños a INICIARSE EN LA VIDA CRISTIANA. El objetivo principal no es simplemente enseñar conceptos e ideas sobre Dios y sobre la religión, sino hacer posible que cada niño se encuentre personalmente con el Dios vivo, el Padre de Jesús y Padre nuestro, cuyo Espíritu empuja a la Iglesia y sopla en la historia de la humanidad.
Es muy importante que, desde el principio, comprendas que la catequesis no se reduce sólo a enseñar teoría, sino que pretendemos ayudar a los niños a zambullirse en el mensaje de Jesús y a aprender a vivir la vida nueva de los hijos de Dios. Por eso, enseñaremos a los niños a pedir perdón, a asistir en familia a la Misa del Domingo, a dar gracias a Dios al levantarse, a ser obedientes, a vivir con confianza en Dios, a bendecir la mesa los domingos, a esforzarse por ser mejor persona, a rezar a la Virgen por la noche, a ser humilde…
Es evidente que no hay vida cristiana si no hay una relación de amistad con el Señor. Por eso, vamos a enseñar a los niños a orar, a entrar en amistad con Jesús, con la ayuda de las oraciones básicas del cristiano: Por la señal de la Santa Cruz, Padrenuestro, Avemaría, Gloria al Padre, Ángel de la Guarda…
En definitiva, lo que pretendemos, con la ayuda imprescindible de la familia, es que cada niño se inicie a la vida cristiana de forma armónica y sin desequilibrios, creciendo a la vez en las cuatro dimensiones de la catequesis: la comprensión de la fe, la vida personal de oración, la vida moral (asumiendo pequeñas responsabilidades) y la participación litúrgica: especialmente en la Misa del Domingo.
La importancia de la familia
Cada vez vemos más claro que la iniciación cristiana de los niños no se puede lograr sin la ayuda de la familia, y menos aún con ella en contra. Por eso, es clave que desde el principio nos ganemos la simpatía y confianza de las familias de nuestros niños, haciendo conscientes a los padres de la importancia de la fe para la vida de los niños y de su papel como primeros educadores en la fe de sus hijos.
Por desgracia, no todos estarán por la labor, pero conviene no olvidar que muchos padres llevan en su interior la semilla de la fe y de la vida cristiana. De ahí que, aunque en su juventud o noviazgo hayan abandonado la relación con la Misa dominical, la catequesis de su hijo/a puede ser un buen momento para retomarla. No debemos subestimar el poder de la gracia ni el amor de los padres por sus hijos.
El nuevo Catecismo Jesús es el Señor
El Catecismo de la Conferencia Episcopal Española Jesús es el Señor es el instrumento que la Iglesia nos ha regalado para llevar a cabo esta iniciación de los niños a la vida cristiana. En la Carta que los Obispos dirigen a los niños se explica la importancia del Catecismo:
«Este catecismo es más que un libro, es un tesoro, pues contiene la Buena Noticia que la Iglesia, nuestra Madre, nos enseña: el amor de Dios se nos ha entregado en Jesús, su Hijo, nacido de la Virgen María. La fe es un regalo que se nos da el día de nuestro Bautismo y, como una semilla plantada en el corazón, se desarrolla a lo largo de la vida. La catequesis os ayudará a conocer y a vivir esta fe, que se hará más fuerte gracias al sacramento de la Confirmación y crecerá por el alimento de la Eucaristía.
En la familia habéis dado los primeros pasos en la fe. Ahora, en la catequesis, por medio de los sacerdotes y de vuestros catequistas, vais a conocer a Jesús y a descubrir que Él está siempre con nosotros. Cuanto mejor le conozcáis más deseos tendréis de seguirlo y de amarlo.
Al participar en la Eucaristía cada domingo, día del Señor, junto con la comunidad celebraréis esta presencia de Jesús y un día recibiréis su Cuerpo y su Sangre por primera vez. Éste será un momento muy importante en vuestra vida.
En la catequesis también aprenderéis a vivir los Mandamientos, que nos llevan a amar a Dios y a los demás y a recibir el perdón de Dios en el sacramento de la Penitencia.
Además, comprenderéis que nunca estamos solos, que el Señor siempre nos acompaña y que, movidos por el Espíritu Santo, oramos a Dios como verdaderos hijos, lo alabamos y le damos gracias.
Los Obispos, para acompañaros en este camino de fe, os entregamos este catecismo. Guardad en vuestro corazón sus enseñanzas. Leedlo atentamente en vuestra familia y con vuestros catequistas. Así seréis felices en compañía de tantos hermanos que formamos la Iglesia, la gran familia de los hijos de Dios».
La importancia de la Liturgia
La relación entre Catequesis y Liturgia es semejante a la relación entre teoría y práctica. Desgraciadamente, uno de los graves errores de la catequesis de las últimas décadas ha sido esta ruptura con la eucaristía dominical y con los demás sacramentos. En no pocos casos se ha descuidado por completo la espiritualidad, a cambio de primar la acción social y el compromiso solidario. Pero, en otros casos, se han ofrecido a los chicos prácticas espirituales ajenas a la tradición de la Iglesia y bastante alejadas de la Liturgia.
El Catecismo de la Iglesia Católica (nº 1324) nos recuerda dos grandes frases del Concilio Vaticano II: «La Eucaristía es «fuente y culmen de toda la vida cristiana» (Lumen Gentium 11). «Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua» (Presbyterorum Ordinis 5)».
La Liturgia, en general, y la participación en la Misa del Domingo, en particular, son un eje transversal de la catequesis de iniciación cristiana. Parafraseando al Concilio podríamos afirmar que la Misa Dominical es fuente y culmen de la catequesis. De aquí se sigue un criterio central: Si no conseguimos iniciar a los niños (y a sus familias) en la Eucaristía Dominical nuestra catequesis no habrá logrado su objetivo.
Desde esta perspectiva, la Liturgia ha de ser una referencia constante en cada catequesis: origen, camino y meta. Por eso, no nos conformaremos con hablar un poquito del Adviento, Navidad, Cuaresma o Pascua, cuando toque, sino que será uno de los cuatro pilares de cada sesión de catequesis.
Dicho esto, hacemos una aclaración metodológica: Nosotros hemos dividido el itinerario catequético en tres años. Y hemos considerado oportuno no fraccionar y partir los núcleos, pues estamos convencidos que este nuevo Catecismo está pensado como una unidad que no permite ese fraccionamiento: los colores de los temas, la apertura de núcleo (o «portadilla») y el cierre de núcleo (que sintetiza las fórmulas de fe aprendidas en el Núcleo), la misma espiritualidad y formación del catequista por núcleos… hablan a favor de esa unidad.
Este criterio ha propiciado que sigamos el orden del Credo, que no siempre coincide con el año litúrgico. Por eso, el catequista deberá estar atento para dedicar cada curso algún momento de atención a los tiempos fuertes. En las páginas 158-162 del Catecismo Jesús es el Señor, además de en las celebraciones de Navidad y Semana Santa del Cuaderno, encontrará recursos suficientes para educar a los niños en los tiempos fuertes del Adviento, Navidad, Cuaresma, Semana Santa, Triduo y Pascua.
Acerca de las actividades en la catequesis
Con todo el respeto para la escuela, la Subcomisión de Catequesis de la CEE está haciendo un esfuerzo por desescolarizar la catequesis. ¿A qué nos referimos con esta expresión? Es bien sencillo. Durante siglos la catequesis ha sido concebida principalmente como aprendizaje de la doctrina y del dogma. Es por eso que solía impartirse en la escuela y/o por maestros/as. La renovación posconciliar ha tenido dificultades por romper este esquema de una catequesis «escolar».
El principal problema de la «catequesis escolar» es que se centra demasiado en el aprendizaje teórico de la doctrina. Este tema en los siglos pasados era crucial, pues la diferencia entre las diversas confesiones cristianas estaba principalmente en la doctrina, y era importante conocer rectamente la verdad que se creía. De las otras dimensiones de la catequesis (liturgia, moral y espiritualidad) ya se encargaba la familia, la sociedad o la escuela.
En la actualidad, sin embargo, la familia, la sociedad y la escuela han dejado, en gran parte, de formar en la fe. Por este motivo se está impulsando una catequesis que intenta iniciar en los cuatros pilares de la vida cristiana: la doctrina, la liturgia, la moral y la espiritualidad. De hecho, el Catecismo de la Iglesia Católica consta de estas cuatro partes: el Credo, los Mandamientos, los Sacramentos y el Padrenuestro.
Creemos, pues, que una catequesis «escolar», centrada principalmente en el aprendizaje de frases y oraciones de memoria, se muestra insuficiente. Dado que la sociedad y la familia han dejado, en gran parte, de iniciar en la fe, la catequesis actual debe asumir las cuatro dimensiones: conocimiento, moral, vida litúrgica y espiritualidad, en clave familiar y eclesial.
Este cambio de paradigma operado en la sociedad y en la catequesis tiene importantes consecuencias, que ponen en crisis una catequesis de índole escolar. Por ejemplo, no bastará con actividades dirigidas al conocimiento (completar frases, dibujar, responder preguntas, memorizar, hacer pasatiempos…), sino que habrá que poner en marcha otras iniciativas y actividades que cubran las cuatro dimensiones de la catequesis. Veamos algunos ejemplos:
- Actividades de conocimiento:
Son las más clásicas y se centran principalmente en el aprendizaje de conocimientos: memorizar frases u oraciones, completar frases, dibujar o colorear… Son importantes, pero no las únicas. Una cuestión que había quedado olvidada es el tema de la memoria: En el Catecismo Jesús es el Señor se propone que los niños vayan memorizando pequeñas fórmulas de fe, para ayudarle a retener las verdades de fe más importantes. - Actividades litúrgicas:
Hay que poner en el centro de la catequesis la Eucaristía y los demás Sacramentos. Deberemos enseñar a los niños a saber estar en la Iglesia con silencio y respeto, a saber hacer la genuflexión o santiguarse, a rezar ante el Sagrario o ante una Imagen Sagrada… Es muy importante que con frecuencia los llevemos al templo a rezar y a visitar los grandes espacios sagrados. Y tendremos que insistir a lo largo de los tres años en la importancia de la Misa dominical en familia. - Actividades morales:
En toda catequesis debe darse la debida importancia a los mandamientos de Dios y a las virtudes evangélicas. Debemos educar a los niños en la sencillez, en el respeto, en el amor, en la misericordia con los necesitados, en el perdón, en la humildad, en la alegría, en la paz… Por eso, hay que dar en cada sesión de catequesis el tiempo debido para revisar los compromisos semanales. Y no debemos olvidarnos de presentar a los Santos como modelos de vida cristiana. Esta es la razón por la en cada núcleo del Cuaderno de los niños aparece la biografía de un Santo, relacionado con los temas que se van a tratar. - Actividades de espiritualidad:
Hay que iniciar a los niños en la oración. Hemos de orar continuamente en la catequesis, en todo momento y ocasión. Los niños deben descubrir que Dios es alguien real y cercano con quien podemos contactar. Asimismo es imprescindible que fomentemos en los niños la devoción cristiana a la Virgen María. Posiblemente, esta actitud, en una sociedad descreída como la actual, puede ser uno de los mayores regalos que los catequistas hagamos a los niños.
Como puedes constatar, damos mucha importancia a las actividades de experiencia y a las vivencias profundas, que no son propiamente escolares ni evaluables. ¡Sorprende mucho cuando escuchamos a un catequista decir que no sabe qué hacer en catequesis, y que por eso ha bajado unas sopas de letras o dibujos de internet! Con esta nueva metodología, lo normal es que falte tiempo en cada sesión, y que debamos pedir la ayuda de la familia y de la Parroquia para completar nuestra tarea.
Una iniciación por etapas: Cursos 1º (Padre), 2º (Jesucristo) y 3º (los Sacramentos del Espíritu Santo)
El Catecismo Jesús es el Señor nos va a acompañar a lo largo de tres años, que vienen a ser como tres etapas en la vida de fe del niño:
El primer año, centrado en DIOS PADRE, vamos a realizar el «primer anuncio», en el que se invitará a los niños a comenzar un camino en grupo (y en familia). A lo largo del curso, enseñaremos a los niños que ser cristiano es amar a Jesús y que a Jesús lo conocemos en la Iglesia; que Dios, Padre y Creador, se hace presente en nuestra historia porque nos ama, y que Jesús es el Hijo de Dios, que viene a salvarnos cumpliendo las esperanzas de los hombres y las promesas de Dios. Este primer curso comenzará con la celebración de la Entrega de la Cruz a los niños y del Catecismo a los catequistas y a los padres para hacer tomar conciencia tanto a los niños como a los papás que estamos en una etapa nueva, en un catecumenado de iniciación cristiana.
El segundo año de la Catequesis de iniciación cristiana se centrará en la persona de JESUCRISTO: su Buena Noticia, sus milagros, su llamada a seguirlo, su estilo de vida, su muerte, su resurrección, el envío de su espíritu, su Iglesia… A lo largo de este curso, los niños irán conociendo a Jesús y la importancia de encontrarse con él, con su persona y con su Palabra de vida. En este año es muy importante la iniciación a la oración personal, al encuentro con Jesús, como el Resucitado. De ahí la importancia de la celebración de la Entrega del Padrenuestro en el primer trimestre. Este momento se aprovechará para realizar una iniciación intensa a la oración personal de los niños. Este Curso concluirá con la celebración de la Fiesta del perdón o primera confesión, en la que se iniciará a los niños en el Sacramento del Reconciliación.
El tercer año es muy especial e intenso para el niño, pues se tratan los sacramentos del Bautismo, la Penitencia y la Eucaristía, las obras del ESPÍRITU SANTO que da fuerza y vida a la Iglesia de Jesús. En primer lugar se mostrará a los niños la importancia del sacramento Bautismo, que los hizo hijos de Dios, con lo que esto conlleva: vivir como hijos de Dios y con la confianza de los hijos de Dios. Después se presentará el sacramento de la reconciliación: el perdón que Dios nos regala a través de Jesús. El tercer Núcleo de este curso es la Eucaristía: Desde la Parroquia se intentará ayudar en todo lo posible para que cada Domingo, y especialmente el día de la Primera Comunión, sea un verdadero encuentro con Jesús, Pan de Vida, y para que la catequesis de ese año sea una auténtica iniciación a la vida cristiana. Y para concluir trataremos el tema de la santidad y de la vida eterna que Cristo nos ganó con su muerte y resurrección. Este tercer curso comenzará con la celebración de la Entrega del Credo. Se aprovechará para hacer conscientes a los niños y padres de la necesidad de participar en la Misa dominical, y en aprender las oraciones de la Misa. Lógicamente concluirá con la celebración festiva de la Primera Comunión de los niños, y se invitará a continuar el proceso de iniciación cristiana otros cuantos años más.
La Delegación Diocesana de Catequesis