Carta del nuevo delegado a todos los catequistas
Jaén + 3 de julio de 2022
«Jesucristo te ama,
dio su vida para salvarte,
y ahora está vivo a tu lado cada día,
para iluminarte,
para fortalecerte,
para liberarte»
(Evangelii Gaudium 164).
Querido/a catequista:
Me llamo Julio Segurado Cobos, soy párroco de San Pedro Poveda de Jaén, y el pasado lunes fui nombrado, junto a Andrés Aldarias Martos, delegado episcopal de la Delegación de Primer anuncio, Catecumenado y Catequesis, dentro del área de Evangelización, Catecumenado y Catequesis.
Muchos de vosotros ya me conocéis porque, desde 2008 hasta 2016, ocupé el cargo de delegado episcopal de catequesis, siendo obispo Don Ramón del Hoyo López.
El lunes 27 de junio don Sebastián Chico Martínez hizo pública la NUEVA ESTRUCTURA DE LA CURIA DIOCESANA, dando especial relieve a la evangelización, en la línea marcada por los últimos Papas. Es evidente que hoy vivimos un período acelerado de transformaciones en todos los órdenes: científico, tecnológico, digital, social, político, ideológico, ético, religioso… Como el Papa Francisco ha reconocido: «Estamos viviendo más que una época de cambios, un cambio de época. Y por tanto, se trata de un cambio de cultura…», hacia una nueva cultura lejana y hostil a la tradición cristiana, «una cultura que excluye a Dios» (Benedicto XVI).
Este es el verdadero enfoque de esta nueva delegación: LA CATEQUESIS AL SERVICIO DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN, que es también el punto de partida del nuevo Directorio para la catequesis, publicado el 25 de junio de 2020: «En el marco del anuncio renovado del Evangelio en los cambiantes escenarios de la cultura contemporánea, y puesto que “la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia” (EG 15), la Iglesia está atenta a que todas sus actividades tengan una intrínseca orientación evangelizadora y misionera. Así, es necesario que la catequesis esté también al servicio de la nueva evangelización y que, a partir de ella, desarrolle una atención especial para que cada persona pueda acceder al encuentro con Cristo» (Directorio 48).
Sólo desde esta perspectiva misionera y desde la conversión pastoral, se comprende verdaderamente la nueva remodelación de la Delegación que ha pasado a denominarse: “Delegación de Primer anuncio, Catecumenado y Catequesis”, y que voy a comentarte en esta carta.
Delegado: Rvdo. D. Julio Segurado Cobos
Subdelegado: Rvdo. D. Andrés Aldarias Martos
La actual Delegación incluye cuatro secretariados y dos servicios diocesanos:
* Secretariado para el Primer Anuncio
Director: Rvdo. D. Julio Segurado Cobos
* Secretariado para la Catequesis de la iniciación cristiana
Director: Rvdo. D. Julio Segurado Cobos
* Secretariado para Catecumenado de adultos no bautizados
Director: Rvdo. D. Jesús Díez del Corral Navío
* Secretariado para el Ministerio del Catequista
Director: Rvdo. D. Andrés Aldarias Martos
* Servicio para la formación de discípulos misioneros
* Servicio para la Pastoral Bíblica (Rvdo. D. Juan Pedro Moya Haro)
En la reestructuración de la Delegación, se han unido a la catequesis de iniciación cristiana otros secretariados y servicios que enriquecen y complementan la Delegación, en la línea misionera marcada por el Papa Francisco: «El Catequista, en efecto, está llamado en primer lugar a manifestar su competencia en el servicio pastoral de la transmisión de la fe, que se desarrolla en sus diversas etapas: desde EL PRIMER ANUNCIO que introduce al kerygma, pasando por LA ENSEÑANZA que hace tomar conciencia de la nueva vida en Cristo y prepara en particular a los sacramentos de la iniciación cristiana, hasta LA FORMACIÓN PERMANENTE que permite a cada bautizado estar siempre dispuesto a “dar respuesta a todo el que les pida dar razón de su esperanza” (1 P 3,15)» (Papa Francisco, Antiquum Ministerium 6).
A mi juicio, la mayor novedad de esta nueva remodelación de la estructura pastoral diocesana se halla en la importancia dada al primer anuncio, como lleva pidiendo el Santo Padre desde 2013: «El primer anuncio o “kerygma” debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial» (Evangelii Gaudium 164). «Nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio» (EG 165). El nuevo Directorio para la catequesis habla expresamente de la necesidad de una «una verdadera pastoral del primer anuncio, capaz de tomar iniciativas para proponer explícitamente la buena nueva de la fe» (DC 41).
Por supuesto, nuestra primera ocupación seguirá siendo la Catequesis de la iniciación cristiana, que en nuestra diócesis en su mayoría sigue siendo de niños, aunque comienzan a aparecer cada vez más casos de jóvenes y adultos que piden el bautismo y los demás sacramentos de la iniciación cristiana (Secretariado para Catecumenado de adultos no bautizados). En este campo, tendremos que dilucidar la contradicción de tantas familias que solicitan para sus hijos unos sacramentos que ellos, al parecer, no desean vivir. Como indica el nuevo Directorio, la comunidad cristiana deberá estar más atenta para proponer procesos catequéticos en algunos momentos significativos de la familia, como por ejemplo, los «Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial» (dirigidos a los novios que se preparan al sacramento del matrimonio y recientemente presentados por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida), «la catequesis de los padres que piden el Bautismo para sus hijos», o «la catequesis de los padres cuyos hijos recorren el camino de la iniciación cristiana»… Sobre estos últimos el nuevo Directorio anima: «La comunidad favorece la implicación de los padres en el camino de la iniciación de sus hijos, que para algunos es un momento de profundización en la fe y, para otros, un verdadero espacio de primer anuncio» (Directorio para la Catequesis 232d, cf. 264e).
Otro tema de gran actualidad es la puesta en marcha de la carta apostólica en forma de «motu proprio» ANTIQUUM MINISTERIUM publicada el 10 de mayo de 2021 por el Sumo Pontífice Francisco con la que se instituye el ministerio laical de catequista: «En efecto, éste es un servicio estable que se presta a la Iglesia local según las necesidades pastorales identificadas por el Obispo, pero realizado de manera laical como lo exige la naturaleza misma del ministerio. Es conveniente que al ministerio instituido de Catequista sean llamados hombres y mujeres de profunda fe y madurez humana, que participen activamente en la vida de la comunidad cristiana, que puedan ser acogedores, generosos y vivan en comunión fraterna, que reciban la debida formación bíblica, teológica, pastoral y pedagógica para ser comunicadores atentos de la verdad de la fe, y que hayan adquirido ya una experiencia previa de catequesis. Se requiere que sean fieles colaboradores de los sacerdotes y los diáconos, dispuestos a ejercer el ministerio donde sea necesario, y animados por un verdadero entusiasmo apostólico» (Papa Francisco, Antiquum Ministerium 8).
Aparte de los cuatro secretariados, se incluyen en la Delegación dos servicios diocesanos:
* Servicio para la formación de discípulos misioneros:
En la primera etapa del proceso de evangelización destaca el PRIMER ANUNCIO que tiene como objetivo despertar el hambre de Dios y suscitar el interés por el Evangelio. El Espíritu se sirve de este anuncio para tocar el corazón de las personas: buscadores de Dios, no creyentes, indiferentes, miembros de otras religiones, personas que tienen un conocimiento superficial o distorsionado de la fe cristiana, cristianos con una fe debilitada o que se han distanciado de la Iglesia.
Los que han creído el anuncio y se han encontrado con Jesucristo sienten un creciente deseo de conocerlo más íntimamente (cf. DC 34). La segunda etapa de este proceso es la CATEQUESIS de adultos o el DISCIPULADO, centrado en el seguimiento de Jesús y de su Evangelio en todas las dimensiones de la persona: intelecto, corazón, decisiones, sentimientos, afectos, espiritualidad, moral… En sentido estricto no podemos hablar de «catecumenado de adultos», puesto que la mayoría de estos nuevos creyentes ya han recibido los sacramentos de iniciación cristiana, por lo que el Papa Francisco prefiere utilizar el término bíblico “discípulos misioneros”.
El objetivo principal de esta segunda etapa es la formación integral del discípulo misionero en todas las dimensiones a fin de que el creyente se vaya pareciendo lo más posible al Maestro, tome su forma, aprenda a creer, a vivir, a sentir, a pensar, a rezar, a amar como Jesús. Se trata de presentar la persona de Jesús y su mensaje de una forma actual y personalizada, de modo que una persona, escuchando el Evangelio del Maestro Jesús, pueda pasar de creyente a discípulo, y de discípulo a discípulo misionero, como nos pide el Papa Francisco.
En esta área cabe recordar que el nuevo Directorio de 2020 reitera algo que ya recogía el anterior Directorio de 1997, aprobado por san Juan Pablo II: «La catequesis de adultos, al ir dirigida a personas capaces de una adhesión plenamente responsable, debe ser considerada como la forma principal de catequesis, a la que todas las demás, siempre ciertamente necesarias, de alguna manera se ordenan. Esto implica que la catequesis de las otras edades debe tenerla como punto de referencia» (Directorio para la catequesis 77 y Directorio General para la Catequesis 59).
* Servicio para la Pastoral Bíblica:
En Evangelii Gaudium Francisco nos recuerda que la fuente de la evangelización se halla en la Palabra de Dios: «Toda la evangelización está fundada sobre ella, escuchada, meditada, vivida, celebrada y testimoniada» (EG 174).
Son muchas las afirmaciones de Francisco al respecto en Evangelii Gaudium:
-Las Sagradas Escrituras son fuente de la evangelización;
-Los cristianos se forman con la escucha continua de la Palabra;
-La Iglesia no evangeliza si no se deja evangelizar;
-La Palabra de Dios debe ser cada vez más el corazón de toda actividad eclesial;
-La vieja contraposición entre Palabra y Sacramento ha quedado superada.
Es bastante lógico que la Pastoral bíblica se inserte en el área de la catequesis, «realidad dinámica y compleja al servicio de la Palabra de Dios» (DC 55). El motivo lo aclara el nuevo Directorio: «La Palabra de Dios es esencial para el progreso de la vida de fe. Su centralidad en la catequesis permite transmitir de manera vital la historia de la salvación y “fomentar el conocimiento de las figuras, de los hechos y las expresiones fundamentales del texto sagrado”» (DC 74).
Querido/a catequista:
Perdona si me he extendido en presentar todos los nuevos horizontes que se nos abren a partir de la reestructuración de la delegación realizada por nuestro Obispo. Ya habrá tiempo en los próximos años de ir desarrollando e implementando todas estas áreas.
Volvamos ahora a la actualidad.
Imagino que recuerdas aquel momento extraordinario de oración por la pandemia la tarde lluviosa del 27 de marzo de 2020 en la Plaza de San Pedro. Fue impactante ver al Papa Francisco caminar solo por una plaza desierta. Tras leer el evangelio de la tempestad calmada (cf. Mc 4,35-41), comenzó su homilía con estas certeras palabras:
«Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos” (cf. Mc 4,38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos» (Francisco en la Plaza de Santa María, 26/03/2020).
Aquellas primeras semanas de oscuridad, silencio, vacío, tormenta… se han convertido en más de 120 semanas, que parecen no terminar. Y encima complicadas con volcanes, cambios climáticos, una guerra terrible en las puertas de Europa, subidas de precios descontrolados… Todo esto ha provocado un estado de ánimo semejante a lo que Eugene Biser denomina la herejía emocional: no se trata de una herejía sobre la fe cristiana (ortodoxia) o sobre la caridad (ortopraxis), esta herejía emocional es la falta de esperanza, pensar que este mundo no hay quien lo arregle, que esta Iglesia no hay quien la cambie; pensar que uno es un desastre y que no tiene solución… Sería la postura de quien piensa que Dios ha muerto, el hombre ha muerto y yo no me encuentro nada bien…
En esta situación de falta de esperanza generalizada en la sociedad y en la Iglesia, nuestra prioridad para el próximo curso vais a ser vosotros los catequistas; no tanto los contenidos, los materiales de catequesis, los recursos pedagógicos o los destinatarios, sino las personas que hacéis catequesis con vuestro testimonio humilde de fe, los que acompañáis a los niños, jóvenes o adultos en nombre de la Iglesia, a veces sin demasiados apoyos y reconocimientos eclesiales… Estoy convencido de que en gran parte la catequesis es el catequista. Por eso, he pedido al Sr. Obispo, «primer responsable de la catequesis en la diócesis», que el próximo curso en los momentos fuertes del año litúrgico (Adviento, Cuaresma y Pascua), convoque a todos los catequistas de la diócesis en la catedral para volver a anunciarles el kerigma (cf. DC 114). En la misma línea trabajaremos para animar a los párrocos a priorizar y colaborar en esta tarea: «El párroco es el primer catequista de la comunidad parroquial […] Como catequista de los catequistas, se ocupa de su formación, dedicando esmerado cuidado a esta tarea y acompañándolos en la maduración de su fe; valorando el grupo de catequistas como lugar de comunión y de corresponsabilidad, necesario para una auténtica formación» (DC 116).
La segunda prioridad del curso será la puesta en marcha de «una verdadera pastoral del primer anuncio, capaz de tomar iniciativas para proponer explícitamente la buena nueva de la fe» (DC 41). Desde ya os anuncio que el próximo curso os animaremos a los catequistas a experimentar y revivir el primer anuncio, pues «nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio» (EG 165) y porque hemos experimentado que el anuncio principal de Jesucristo tiene el poder de renovar la vida de las personas y de las comunidades cristianas. El Papa Francisco nos lo anunció a los catequistas, en el Jubileo de la Misericordia de 2016, con estas palabras: «Jesús te ama de verdad, tal y como eres. Déjale entrar: A pesar de las decepciones y heridas de la vida, dale la posibilidad de amarte. No te defraudará» (Papa Francisco).
Soy consciente de que toda esta tarea es tan ardua como ilusionante, por eso doy gracias al Señor por el amplio equipo de sacerdotes que el Obispo ha dedicado a esta área pastoral: Andrés Aldarias que ya era subdelegado en la anterior etapa; Jesús Díez, que también ha estado vinculado muchos años a la delegación y recientemente al secretariado de Catecumenado de Adultos; Juan Pedro Moya, que también lleva tiempo trabajando en el servicio diocesano para la Pastoral Bíblica.
Necesitaremos también la presencia de religiosas/os y de laicas/os que complementen el equipo de esta nueva Delegación, pues «a través de su inserción en el mundo, los laicos prestan un servicio muy valioso a la evangelización» (DC 121). Mención especial merecen las mujeres que suelen representar más del 80%-90% de los catequistas o acompañantes de grupos. Como recuerda el Directorio: «[Jesús] quiso que estuvieran con él como discípulas (cf. Mc15,40-41) y confió a María Magdalena y a otras mujeres la alegría de llevar a los Apóstoles el anuncio de su resurrección (cf. Mt 28,9-10; Mc16,9-10; Lc 24, 8- 9; Jn 20,18). De la misma manera, la comunidad primitiva sentía la necesidad de hacer suya la enseñanza de Jesús y acogió como un don preciado la presencia de las mujeres en la obra de la evangelización (cf. Lc 8,1-3; Jn 4,28-29). Las mujeres con su originalidad animan frecuentemente las comunidades cristianas. Es preciso reconocer como esencial e indispensable su aportación al desarrollo de la vida pastoral. La catequesis es uno de esos servicios en los que hay que admirar la gran contribución de las catequistas, que con entrega, pasión y competencia se dedican a este ministerio» (DC 127-128). Tanto el Papa como muchos participantes del sínodo sobre sinodalidad se han manifestado a favor de una mayor presencia femenina en los órganos de responsabilidad y decisión de la Iglesia: «Es preciso repensar el papel de las mujeres en la Iglesia, con un mayor protagonismo y responsabilidad; sencillamente, están desempeñando un papel fundamental en el día a día de la comunidad eclesial y deben poder asumirlo igualmente en los lugares y espacios en los que se toman las decisiones» (Asamblea Final Sinodal de la Conferencia Episcopal Española, Madrid, 11 de junio de 2022).
Tan sólo me queda pediros perdón por la extensión de esta carta y rogaros oración para que el Señor siga enviando catequistas a su Iglesia: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Poneos en camino!» (Lc 10,2-3).
Julio Segurado Cobos, delegado episcopal.
Por cierto, estamos actualizando los formularios de la Delegación. Si deseas dejarnos tus datos actualizados o los de algún otro catequista, te lo agradecemos.
https://forms.gle/
Por último, si lo crees oportuno, puedes reenviar este mensaje a otros catequistas que conozcas. ¡Gracias y Feliz verano!